En
la noche portadora de fantasía,
yacía
en mis brazos, el cuerpecillo inocente,
de
un niño, dulcemente dormido.
Mientras
acariciaba sus rizos dorados,
me
invadía, una felicidad maravillosa.
¡Qué
ternura más sutil envolvía sueño!
Porque
después de aquella noche,
no
quisiera recibir el día,
pues
mi alma, se reconfortaba,
por
portar en mí regazo,
la
inocencia, de tan hermosa criatura…
Con
el amanecer, llegó mi despertar.
Con
el despertar, el final de mi sueño feliz.
Salté
de la cama indecisa…
Todavía
quedaba sabor a fresa,
Y
en mi mente permanecía, una leve imagen, diminuta…
Difuminada,
por la claridad del día.
Anhelante…
me pasaba largas horas, tediosas,
en
espera de la noche quieta, y la oscuridad profunda.
Al
fin… apagué la luz, y llegó mi añorado deseo…
Profundamente
dormida…
Conecté
de nuevo con mi sueño…
De
pronto…
Vi
como todo había cambiado…
Llegaba
a mí, la visión, de la otra cara del niño.
Que
ya sin ser niño era hombre,
y
como hombre habló conmigo.
¡No
temas! Me dijo:
Mi
dulzura, está escondida en mí.
La
ternura, la perdí con el último llanto.
Pero
soy aquel niño, que ayer meciste en tus brazos.
Pasaron
tantos años, que mi inocencia,
se
fue borrando poco a poco, con el tiempo…
Al
igual que tu sueño,
se
fue difuminando durante el día.
Y
no porque yo quisiera…
Es
porque de la noche al día…
¡Hay
tanta diferencia!
¡Te
quise como niño!
Con
tu dulce inocencia…
¡Eras
tan ingenuo!
Tan
transparente para mi…
Pero
ahora…
me
cuesta admitirte malicioso,
endurecido
por el tiempo,
altivo
y presuntuoso.
Las
experiencias te han cambiado…
Te
has vuelto desconfiado, arisco y perverso.
Llenas
mi vida de recelo.
Colmas
mi sueño de rechazo.
Por
eso prefiero al niño, Inocente como la seda…
Sin
mancha… ni marca del sendero de la vida.
Dime
al menos…
Que
lo que aprendiste te sirvió de algo…
O
tal vez… No aprendiste nada.
Sea
como fuere, deja al menos,
que
tu niño interior salga,
y
diviértete con él…
Agradecí
la hora,
en
que la luz del amanecer,
penetró
por los cristales de mi cuarto,
regando
mis ojos,
devolviéndome
al nuevo al día…
Autora:
Julia Francisco
Barcelona,
22 de agosto de 1978