Con mirada
cálida,
suplicabas un
grito de esperanza,
anegado en tu
soledad interna.
Un brillo
helado traspasó tu rostro,
convirtiendo
tus facciones,
en cera
estatuaria,
y algo en mí,
se desgarró
por dentro.
Quise llorar...
Ni una
lágrima,
resbaló por
mi rostro.
Quise
quedarme...
Mi orgullo
desvaneció el intento.
Todo lo que
recuerdo...
Tus inmensos
ojos incrédulos,
y tu boca
saturada,
de amargos
sueños.
Pude
decirte...
Que te
quiero...
Pero tan
sólo, extendí mi mano,
para lanzar
al viento un quejido,
que quemaba
en mi pecho.
Tú rozaste mi
adiós por dentro.
Sin
embargo...
Tus ojos
fijos, miraban como ausentes,
y tu cuerpo,
recibió ese aire indolente.
No podré
olvidar,
la última
imagen que me dejaste,
cuando yo partía,
sin saber, si
volvería a verte...
Autora: Julia
Francisco.
Barcelona, 10
de Julio de 1981