Una ola
escribió tu nombre en las alturas,
Y dibujó tu
rostro con inmensa ternura.
Era redonda y
luminosa como una espiga…
Sus destellos
me cegaron y quedé prendida.
Después de la
tormenta, desperté,
en la playa
de tus besos y sonrisas...
Al ver el
agua yerta en su lecho,
escarbé la
arena con mis pechos,
buscando… buscando…
tal vez alguna huella…
En las aguas,
el viento flotaba…
Un azul
transparente me hería las pupilas…
Tu singular
perfume de rosa silvestre,
penetraba en
mí, como una daga punzante,
envolvía todo
mi ser, y me sentía flotar,
como un
ángel.
Con la
humedad pegada a mis huesos,
no sé... no
sé las horas que contemplé,
ese inmenso
océano...
Autora: Julia
Francisco
20 de Mayo de
1976