Me estoy
volviendo,
como una
máquina,
vieja y
oxidada.
Una y mil
veces,
abrí mis
puertas,
a la
esperanza,
adornando la
entrada,
con jazmines
y rosas blancas,
para que tú
pasaras.
¿Cuántas
veces me mordiste?
¡Oh callada, traicionera,
víbora de
afilada espada!
Después me
diste la espalda.
Cubierta de
sombras,
vas rondando
todas las casas…
Y… a la
aurora,
amanecen las
puertas cerradas.
Me siento
como una máquina callada.
Vieja y
oxidada.
Y es que no
me dejan,
no quieren
que diga nada.
Estúpida
máquina...
Ahora yaces
desvencijada...
Autora: Julia
Francisco.
Ourense, 25
de agosto de 1974