No somos más viejos,
por tener más arrugas o más
años,
si no, por dejar de reír...
Acepto mi vejez,
porque cada día que pasa,
aprendo algo nuevo…
Acepto mis arrugas,
porque cada una de ellas,
tiene una experiencia implícita...
Cada etapa de mi vida ha sido
hermosa...
En cada una he hecho, lo que he
tenido que hacer...
He tomado mis propias decisiones,
y he aceptado las consecuencias... Soy responsable de mí misma…
Si esto, es lo que me hubiera
gustado ser y no he sido,
ahora que me he dado cuenta,
pienso cumplir este propósito, y ser consecuente conmigo misma y lo que deseo…
Cuando somos jóvenes,
nos creemos los más listos del
mundo,
defendiendo nuestra
personalidad a capa y espada…
Cuando somos adultos,
nos damos cuenta de que andamos
perdidos y a la deriva,
buscando la felicidad en el exterior,
complaciendo la vanidad y el
ego.
Dominados por las luces de
colores del mundo…
Después de mucho buscar en mis
relaciones,
me di cuenta, de que la paz que
necesitaba,
estaba en mi interior, y que la
felicidad,
es una actitud positiva ante la
vida,
que sólo yo, puedo crear para
mí, en el día a día…
10-Noviembre-2004
Autora: Julia Francisco.