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lunes, 2 de diciembre de 2013

PÉRDIDA DE INOCENCIA

En la noche portadora de fantasía,
yacía en mis brazos, el cuerpecillo inocente,
de un niño, dulcemente dormido.
Mientras acariciaba sus rizos dorados,
me invadía, una felicidad maravillosa.
¡Qué ternura más sutil envolvía sueño!
Porque después de aquella noche,
no quisiera recibir el día,
pues mi alma, se reconfortaba,
por portar en mí regazo,
la inocencia, de tan hermosa criatura…

Con el amanecer, llegó mi despertar.
Con el despertar, el final de mi sueño feliz.
Salté de la cama indecisa…
Todavía quedaba sabor a fresa,
Y en mi mente permanecía, una leve imagen, diminuta…
Difuminada, por la claridad del día.

Anhelante… me pasaba largas horas, tediosas,
en espera de la noche quieta, y la oscuridad profunda.

Al fin… apagué la luz, y llegó mi añorado deseo…
Profundamente dormida…
Conecté de nuevo con mi sueño…

De pronto…
Vi como todo había cambiado…
Llegaba a mí, la visión, de la otra cara del niño.
Que ya sin ser niño era hombre,
y como hombre habló conmigo.
¡No temas! Me dijo:
Mi dulzura, está escondida en mí.
La ternura, la perdí con el último llanto.
Pero soy aquel niño, que ayer meciste en tus brazos.
Pasaron tantos años, que mi inocencia,
se fue borrando poco a poco, con el tiempo…
Al igual que tu sueño,
se fue difuminando durante el día.
Y no porque yo quisiera…
Es porque de la noche al día…
¡Hay tanta diferencia!

¡Te quise como niño!
Con tu dulce inocencia…
¡Eras tan ingenuo!
Tan transparente para mi…
Pero ahora…
me cuesta admitirte malicioso,
endurecido por el tiempo,
altivo y presuntuoso.

Las experiencias te han cambiado…
Te has vuelto desconfiado, arisco y perverso.
Llenas mi vida de recelo.
Colmas mi sueño de rechazo.
Por eso prefiero al niño, Inocente como la seda…
Sin mancha… Ni marca del sendero de la vida.

Dime al menos…
Que lo que aprendiste te sirvió de algo…
O tal vez… No aprendiste nada.
Sea como fuere, deja al menos,
que tu niño interior salga,
y diviértete con él…

Bendigo la hora,
en que la luz del amanecer,
penetre por los cristales de mi cuarto,
regando mis ojos,

Autora: Julia Francisco
Barcelona 22 de agosto de 1978


domingo, 17 de noviembre de 2013

NO LLORES AMOR

No llores amor… Ya no llores más… No puedo verte sufrir así.
Coge mi mano… Apriétala fuertemente… Te voy a llevar conmigo.
Te llevaré lejos… Muy lejos de aquí…

Sécate esas lágrimas que resbalan por tu rostro…
Que allí a donde vamos, no existe el llanto…
La tristeza murió hace mucho tiempo.
Eleva tu mirada al cielo…
Allí en lo alto, te espera una estrella.

Ven… Vamos a volar juntos…
Cógete a mí con fuerza,
que yo te salvaré de este tormento.
Cuando llegues, no te olvides de decir:
buenos días libertad… Amor, te quiero.
Tú sabes que serás libre, como libre es el pensamiento.
Y así te amaré yo: sin trabas, sin promesas, sin dolor,
sin nada que puedas decir… ¡Lo siento!

Bello amor…
Tu manto blanco… hace rizos en el aire…
La brisa nos da de cara… en este vuelo nocturno…
Tengo miedo… de que una fuerte ráfaga,
te arranque tu corona de flores blancas,
presas de tu cabello corto y oscuro.
Por eso te pido: deposítala en mi mano…
Yo la guardaré en la gruta del tesoro…
Por guardia pondré a dos leones feroces…
No tengas cuidado… Nada ni nadie te hará daño.

Amado mío…
A pesar del viento…
Tú… con tus piececillos descalzos,
sigues marcando la arena a mi lado…
Tus huellas… el agua las va borrando…
¡No temas querido mío…!
Pues cuando volvamos,
no tomaremos el mismo camino.


Ven… Acércate…
Recuesta tu cabeza en mi pecho…
Entrégame tu vestidura blanca…
También la guardaré en la gruta del tesoro.

Pequeño mío…
Acabas de ser poseído…
Por fin…
Acabo de arrancarte tu primera sonrisa.
Amado…
tu cuerpo menudo… cincelado…
desnudo a mi lado, me llena de vida…
Dame tus manos, en ellas depositaré, esta paloma blanca,
ella te cuidará, cuando yo no esté contigo.
Y ahora partiré…
Iré al frente, para prepararte el camino.
Amor mío…
Sígueme…
No descanses hasta encontrarme de nuevo.
Yo te estaré esperando, en nuestra casa dormido.
Cuando llegues, no me despiertes, porque estaré soñando contigo.
Dame tan sólo un beso y métete en la cama conmigo.
Duerme a mi lado…
Cuando yo despierte, por la mañana,
amaré tu cuerpo desnudo.
Tú sonreirás de nuevo y yo pensaré,
que todos los días de mi vida has estado conmigo.


Autora: Julia Francisco
Barcelona 12 de marzo de 1978